Nos pasamos la vida contando historias. Relatamos continuamente tanto lo que hemos vivido personalmente como hechos que nos han contado otras personas y nos han sorprendido, así como historias que se hacen públicas de personas que ni siquiera conocemos pero con las que nos sentimos de alguna forma identificados.
Unos tienen más gracia para hacerlo, añadiendo a su narración algún que otro chascarrillo y parándose en cada detalle por diminuto e innecesario que parezca. Otros en cambio, son más de ir al grano, rápidos y concisos.