Muchos de nosotros acabamos de aterrizar de unas muy merecidas vacaciones de verano. En mi caso en particular, durante tres semanas me ha dado tiempo para desconectar totalmente del trabajo y de la oficina. El problema de unas vacaciones tan largas, es que la vuelta se puede convertir en todo un martirio. Y no hablo solo del primer día, que es duro de narices, sino de los días previos a la incorporación en los que estás más pendiente de que se te acaba lo bueno.
Y es que, la naturaleza humana es así de mezquina. Desperdiciamos el tiempo que nos queda para disfrutar, lamentándonos de que en breve se nos habrá acabado (bonita metáfora de la vida)… Y cuando menos te lo esperas, tu enemigo número uno, el despertador, te avisa de que es tu primer día de trabajo, y vuelta a la rutina. En la oficina, mires donde mires, caras largas, contestaciones secas, apatía, predisposición al enfado y mucha, mucha irritabilidad… Todos ellos, síntomas de la depresión post-vacacional.
No digo yo que el primer día de trabajo, al menos a la hora de levantarte para no llegar tarde al curro, no te dé un poco de bajón, pero de ahí, al problemón que, de unos años a esta parte, se ha montado alrededor de la depresión post-vacacional, nada que ver. Y es que nos hemos vuelto muy modernos para lo que queremos. Que yo recuerde, ni mi padre, ni mi madre, ni mis abuelos, padecían este tipo de enfermedades… y si les pasaba, pues a callar y a trabajar, que había que traer el pan a casa, para alimentar a cuatro bocas insaciables.
Yo ya llevo una semanita trabajando, y puedo afirmar que la depresión post-vacacional no me ha afectado, pero no porque me considere mejor o más fuerte que los demás, sino porque el trabajo manda, y parece que todos nuestros clientes se han puesto de acuerdo para pedirlo todo a la vez… Con ese panorama, a ver quién es el guapo que se queja de la depresión post-vacacional….
Ha sido llegar, y besar el santo. Que si un catálogo de producto por aquí, que si una tienda online por allá, una sesión de fotos, un vídeo corporativo, y una exposición… Todos a la vez y para ayer… Lo de siempre, vamos!
Afortunadamente, en una semanita ya lo hemos puesto todo al sitio, y los timmings de estos, y otros trabajos, ya están preparados y enviados a los clientes para su supervisión. En el momento que nos den el OK, ponemos la maquinaria en marcha… y a trabajar!!!
Así que, visto lo visto, ¿quién tiene tiempo para lamentarse de que se han acabado las vacaciones? Yo no, desde luego.